KLM, la aerolínea holandesa, se ha convertido en parte de una controvertida disputa por el compromiso ecológico. En 2019, lanzó una campaña pidiendo a sus clientes que "volaran de forma responsable" y tuvieran en cuenta el impacto medioambiental antes de reservar un billete. Se suponía que sería una señal de su compromiso con un futuro sostenible, pero en cambio generó críticas y acusaciones de "lavado verde" por parte de activistas ambientales.
KLM vs. Países Bajos libres de fósiles
El caso, presentado por Fossil Free Netherlands, destaca el dilema en el que se encuentran las aerolíneas cuando intentan aumentar el crecimiento para los accionistas y al mismo tiempo convencer al público de que están tomando medidas para reducir las emisiones de carbono. Los críticos dicen que las afirmaciones no pueden conciliarse, y un número creciente de demandas, quejas de los consumidores y fallos de los reguladores de publicidad han tratado de limitar las afirmaciones de sostenibilidad que pueden hacer las aerolíneas.
Hiske Arts, responsable de la campaña y organización Fossil Free Netherlands, afirma: "La única manera de volar de forma responsable ahora es no volar".
KLM, que está demandando a la organización, dice que tiene la intención de convertirse en líder en la reducción de emisiones y en la comunicación sobre sostenibilidad. "Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo", dijo el portavoz.
La disputa se resolverá en un tribunal holandés y se espera una decisión en febrero.
Promesas verdes vs. realidad: tecnología y evidencia
En respuesta a estas demandas y acusaciones de greenwashing, el gobierno holandés anunció restricciones de vuelos en el aeropuerto de Schiphol, base de KLM, hasta un 9,5% por debajo de los niveles de 2019 para reducir la contaminación acústica y las emisiones.
KLM dice que planea cumplir los objetivos para 2030 comprando aviones más eficientes y utilizando gradualmente más biocombustibles.
Sin embargo, según Fossil Free Netherlands, cualquier anuncio de una aerolínea que haga referencia al medio ambiente tiene como objetivo aumentar la demanda de vuelos, convenciendo a la gente de que volar no es un problema. Por lo tanto, según ellos, la industria aérea debería tratarse de la misma manera que la industria tabacalera, prohibiendo totalmente la publicidad y las etiquetas de advertencia en los billetes de avión.
El problema clave es que las tecnologías para vuelos con bajas emisiones de carbono no existen o aún faltan años para su comercialización.
Equilibrio en los sectores gubernamental, regulatorio y de consumo
La disputa sobre las promesas medioambientales de las aerolíneas es cada vez más acalorada, no sólo en los Países Bajos, sino también en toda Europa. Los reguladores están tratando de encontrar un equilibrio entre proteger los intereses de los consumidores y permitir que las aerolíneas muestren sus avances.